Era una vez una ranita que se llamaba Rania, ella vivía en un estanque pequeño, rodeado de lirios y plantas acuáticas, paisajes hermosos y aguas cálidas, como todos los estanques con sus peligros propios, pero Rania quería conocer mas, llegar a el Gran Estanque!
Cierto día, Rania tuvo que salir de su estanque, en el que había permanecido toda su vida, ella no conocía el mundo exterior, solo había echado algunos vistazos alguna vez y lo que había escuchado por ahí.
En su camino, Rania anduvo, recorrió, conoció mucho, hizo migas, aprendió, desaprendió, brincó, gritó, lloró, rió, amó, corrió, nadó y vivió muchas aventuras; cuando iba lejos de casa, echo un vistazo atrás, a su pequeño estanque:
- He llegado muy lejos! - dijo
Lo recordó con cariño y siguió con sus andanzas, recorridos, conocidos, aprendizajes, brincos, gritos, lloriqueos, risas, con su amor, corriendo, nadando y así hasta que llego a una cima, desde ahí arriba, decidiría a donde dirigirse en adelante.
Rania podía ver su viejo estanque y todo lugar por donde había andado, recordó todo por lo que había pasado para llegar hasta ahí... miro a un costado, sus ojos no podían creer lo que veían, miro atónita al otro lado, lo mismo paso... y al voltear al frente no pudo ver final aparente... tanto esfuerzo, tanto tiempo invertido... para darse cuenta que se encontraba en un pinche estanque enorme... mucho mas peligroso, mas turbio, mas apestoso, mas frío y sin fin aparente.
Moraleja: Si sales en busca de algo mejor, puede que lo encuentres, pero puede que no.
FIN
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